196º fragmento -No hay triunfos pequeños

Para que el día no pase desapercibido lo mejor es llenarlo de pequeños triunfos que le den sentido.

Y es que a veces, son tan pequeños, que ni si quiera los cuentas como tales.

Otras veces, ni si quiera te planteaste que pudieran serlo y por eso ni si quiera lo intentaste, te producía demasiada pereza ponerte en marcha y, sin embargo, lo son y no debemos quitarles importancia.

Los pequeños triunfos pueden ser las miguitas de pan que vas recogiendo por el camino que te dirige hacia tu objetivo mayor, o pueden ser tan sencillos como ser amable con quien se dirige a ti. Todo lo que nos haga sentir bien y poderosas, es una victoria con la que llenar cada parte del día, porque así como hay tonterías que pueden rebosar el vaso para desatar la ira que no sabes ni por donde te ha venido, hay nimiedades que pueden llenarte de alegría hasta la hora de dormir.

Ser consciente y estar alerta, y darle importancia a aquello que la tenga.

Me fui con Daniela en coche a Atapuerca, en Burgos, para correr un cross. Las dos solas, en coche. Imaginaba como la pandemia, cuando no permitía a nadie moverse de su ciudad de origen, a mí me convirtió en conductora solitaria de carreteras casi desiertas para llegar a cada una de las competiciones en las que por segunda vez en mi vida, separados por tantos años que hicieron que pareciera otra vida, pude comenzar a competir a un nivel que ni si quiera habría soñado estar con los 43 años que contaba entonces (seguimos estando ahí, por ahora). Horas de viaje acumuladas acompañadas con la música de mi vida, cada vez más relajada para poder llegar un par de horas antes de la competición, lo justo para dar una vuelta, estirar piernas, y empezar con el calentamiento. En otras ocasiones, tan lejos que había que dormir fuera.

Conducir sin miedo, disfrutando de la carretera y de las vistas que se van sucediendo, es un triunfo. Dejar atrás ese miedo que algunas veces me amenazaba pensando en un fin trágico en el asfalto para haberlo convertido en una diversión más, que forma parte dela búsqueda de competiciones en las que poder seguir disfrutando de mi hobby, es seguir sumando.

Ser capaz de plantearte desafíos por muy grandes o pequeños que sean e ir a por ellos, es la salsa de la vida. Desde conseguir hacer el mejor guacamole casero que hayas probado, a enfrentarte a cualquiera de tus miedos. Todo cuenta.

Hay que hacer que los días cuenten, y a veces, para saber que cuentan, hay que ser consciente.

El otro día leía en Facebook como Danae había hecho una especie de propósito de enmienda, con un listado de pequeños objetivos (o grandes). Al final del día había un resumen claro en el que las propuestas iniciales pasaban a rendir cuentas con la evaluación de los actos cotidianos: palabras amables, sonrisas, no juzgar, hacer deporte, cocinar algo saludable, coser el roto del pantalón, correr 5 minutos más, hacer al menos 50 abdominales; no apagar el despertador para darte la vuelta, dejar de procrastinar; no autojustificarse de forma absurda a toda costa….

Las cartas sobre la mesa, los objetivos claros, y al pan pan, y al vino vino. La coherencia nos hará más felices.

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