198º fragmento -Sois unos cerdos (o cerdas)

En los aledaños de las cuestas que hice hoy, hay un basurero infinito improvisado por todos los cerdos y cerdas que decidieron que cuidar del entorno que estuviera más allá de la puerta de su casa no era su tarea (aunque habría que ver esa casa). Botellas, latas, mascarillas, papeles, plásticos, hasta un carrito de la compra del Carrefour cuando el supermercado más cercano es un Mercadona, tablones, escombros… porquería a espuertas, con aceras salpicadas de las mierdas de los perros cuyos dueños estaban a buen cobijo de mirones que pudieran recriminarle no recoger tales trampas para viandantes.

Sois unos cerdos (o cerdas). Me incluiría si tal vez contara que en ocasiones llevo los bolsillos del abrigo llenos de envoltorios y otros residuos esperando encontrar una papelera en la que echarlos, o sí también lo hiciera el habitáculo del coche transformado en contenedor tras no sé cuantas horas de viaje con tres niñas dentro que piden comida como si jamás hubieran ingerido nada antes de entrar en él. Mis porquerías me las guardo hasta poder echarlas donde corresponde en la misma medida en que mi indignación crece cuando delante de mí alguien baja la ventanilla para arrojar una cáscara, un cigarrillo, un papel…, tal vez con la esperanza de que se desintegre antes de tocar el suelo, quien sabe.

Ahora que busco cuestas con más o menos pendiente para hacerlas los fines de semana en zonas menos transitadas observo con gran decepción que nada nos importa. Y así, las nuevas zonas urbanizadas, con parcelas infinitas aun por construir, se han convertido en el patio de recreo de cerdos y cerdas para poder sembrar cualquier rincón, cuanto más escondido mejor, con cualquier cosa que se te pueda pasar por la cabeza. He visto incluso bancos recién puestos arrancados de cuajo de su lugar correspondiente para formar un confortable rincón en torno a troncos quemados que sirvieron para tener algo de calor mientras daban cuenta de litronas de cerveza y bebidas espirituosas varias, sofás medio quemados, ruedas destrozadas y chamuscadas, carritos de bebé que dejaron de ejercer su función, trozos de muebles…

Somos la plaga que asola cada rincón que no nos pertenece.

Nos importa todo nada y nos creemos impunes por el hecho de no ser vistos, tal vez ni si quiera por nuestra consciencia, a la que seguramente tapemos los ojos para que no sea demasiado molesta y así aprendimos a no tenerla en cuenta.

La señora deja caer de forma disimulada un papel que llevaba en la mano, acaso un pañuelo. Cinco metros más allá hay una papelera. En el abrigo tiene al menos un bolsillo. “Señora, se le ha caído un papel”. Se hace la sorda y aprieta el paso, creo que ni si quiera siente vergüenza, tal vez más bien enfado por mi impertinencia, “qué se habrá creído ésta”, va pensando.

Allá cada uno con su conciencia, pero que sepáis que cerdos y cerdas, lo sois.

1 comentario en “198º fragmento -Sois unos cerdos (o cerdas)”

  1. A diario voy en bicicleta a trabajar. Muchas veces veo ese comportamiento que conductores hacen desde el «anonimato» de su vehículo. Incluso motocicletas. Mi último incidente: paro en un semáforo junto a una señora en su motocicleta, está terminando un cigarrillo y como se lo que va a pasar, me preparo. Lo tira… «Señora, por qué lo tira al suelo?» Y ella responde, muy indignada «y qué quieres que haga, que me lo coma?». En ese momento, pierdo la compostura «es usted una cerda». Se pone el semáforo en verde y me voy. Ella se pone a mi altura y me dice «eres un maricón, te voy a denunciar por meterte con una mujer!» No le contesto y dice «párate si tienes cojones!». Me paro, y se va. Y como este incidente, cientos. Algunos me persiguen con el coche, otros me dice que lo recoja yo, etc.

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