Empiezo a sospechar, Carmen, que nos parecemos bastante, a pesar de que nos separen unos años que para nada se nota, y si no, ojo a la foto. (Cross de Villanueva de Córdoba, Campeonato de clubes de Andalucía).
En nuestro intento de llevar todo para delante nos convertimos en mujeres multitarea y tenemos la necesidad casi enfermiza de practicar nuestro deporte pase lo que pase y hacer partícipes de él a toda la familia. Y así, conseguimos meterles el gusanillo, o tal vez alguno de los que la componen nos inició en esto que tanto nos gusta, convirtiéndose en el centro de casi toda nuestra vida social. De repente aparecen competiciones prácticamente todos los fines de semana, y cuando no las hay, buscaremos un entrenamiento para hacer en grupo ya sea en la playa, en la montaña, o en la misma pista de atletismo. Cambiamos lo convencional por algo que desde fuera puede parecer una obligación, algo que cansa solo de pensar en ello: todos los fines de semana del calendario ocupados por una cita atlética (y si no, ya aparecerán los partidos de vóley de Martina en breve).
Como los que se juntan en un cortijo alrededor de una buena barbacoa con ascuas que se mantendrán encendidas todo el día para lo que vaya cayendo, nosotras nos reunimos en torno a competiciones populares, crosses, competiciones de pista, o un entreno organizado por alguien al que se apunta hasta el tato. Es una forma de vida que nos da una inmensa satisfacción independientemente de los resultados obtenidos. Nos hace sentir libres, jóvenes, capaces, activas, poderosas… y vamos poco a poco inyectando esa alegría de estar vivas a nuestros hijos e hijas.
Regresamos molidas para trabajar al día siguiente, en un día que parece que no tendrá fin.
Llegar a casas cargados con todos los “por si” (por si llueve, por si hay barro, por si te manchas, por si hace frío, por si hace calor, por si hay que comer…), duchas, deshacer macutos, preparar cenas si es que no hemos ido cenando por el camino, comentar lo acontecido, con quien nos hemos encontrado, mirar las fotos, quedarnos con las ganas de verlos de nuevo, pensar en la próxima competición que vendrá… hasta que llega la hora de dormir (seguro que un poco más tarde de lo acostumbrado), para volver a la rutina al día siguiente como si un tren no hubiera atropellado nuestros cuerpos un día antes.
Somos algo masoquistas. Somos malas ”delegadoras” en general, con una fuerza, que a veces se nos va por la boca, intentado acaparar todo y más porque nos sentimos tan capaces… A ti te pasa lo mismo, Carmencita mía. Con ese buen humor y esa sonrisa ya sea de tus ojos, de tu boca, o de todo el conjunto, derrochando felicidad allá por donde vas, haces malabares para conciliar tu trabajo con tu familia y el atletismo. Te entiendo tanto cuando hay que renunciar a alguna competición por el trabajo…
Mujeres, madres, trabajadoras y atletas. Este es el grupo al que yo quiero pertenecer. Malabaristas, fuertes, activas, capaces, decididas, trabajadoras, disciplinadas, más o menos desordenadas, improvisadoras…
¡Y ya somos muchas!

