255º fragmento – Tan fuera, que quise estar dentro

Y me sentí tan fuera del grupo, que hice todo lo posible por estar dentro.

Solo llegué una hora tarde a una mesa redonda ocupada por 10 hombres con un único hueco esperando a ser ocupado por mis posaderas. Conocía a quien me invitó a ir a un evento en el que yo no sabía muy bien que pintaba, y a uno de los futbolistas más representativos del Almería, ya retirado, que había sido compañero mío del cole, con el que había compartido partidos de baloncesto antes de empezar la jornada de tarde de la EGB. A partir de ahí, dos caras conocidas más… y el más absoluto desconocimiento.

Desde que colaboro con Jordi en Deportes COPE Almería con la “píldora para el fin de semana” creo que nos habremos visto en vivo y en directo dos veces contando con esta.

Me sentí tan fuera de lugar, que hice todo lo posible por estar dentro.

Mi conocimiento sobre temas futbolísticos se oxidó hace muchos años, creo que concretamente cuando tuve a mi primera hija y el silencio en casa para conseguir dormir una noche del tirón sobrepasaban las ganas de ver los partidos de futbol por la noche, y la prioridad ya no fue ser socios del Almería para estar todos los fines de semana en el campo. Soy como Daniela, o era. Me gustan todos los deportes salvo excepciones, pero el fútbol… dejó de interesarme, y poco después incluso llegó a molestarme. Tenía razón Francisco, pero solo en parte, porque no odio el fútbol, pero sí muchas de las cosas que él representa. A veces me da la impresión de que es algo así como una plaga que amenaza con acabar con el resto de deportes.

Y soy consciente del dinero que mueve, y de que eso mueve el mundo. Y soy aun más consciente de la euforia que desata entre los seguidores (que yo he sido una de ellas). Pero por otro lado, de alguna manera, es necesario luchar por una diversidad que dé cierto equilibrio a nuestra sociedad. De alguna forma, todo el mundo debe poder encontrar un deporte donde desarrollarse, donde descubrir sus habilidades, socializarse y untarse con todos los valores que impregnan cada uno de los juegos de equipo o deportes individuales: fuerza de voluntad, disciplina, sacrificio, amistad, compromiso, espíritu de equipo, compañerismo, afán por superarse…

En la pista competimos, al final nos abrazamos.

El fútbol es una mezcolanza de valores buenos y sentimientos podridos. No he visto cosa igual. Supongo que gran culpa la tiene eso, la mercantilización del mismo, las grandes sumas que mueve, todo lo que tiene que ver con las apuestas…

Y sin embargo, me gusta y me contagio de esa necesidad de que mi equipo gane. Mi hija grita desde el sofá como si pudieran escucharla y chatea jugadas con sus amigos a través del Whatsapp, cada uno defendiendo de manera ferviente y subjetiva cada decisión arbitral. Y supongo, que en parte, esto es bueno. Les une un sentimiento.

Me sentí tan fuera de aquellas conversaciones que puse todo mi interés en intentar captar algo, en conocer a cada uno de los integrantes de ese grupo unido por deportes COPE, o más bien fútbol COPE. Me sorprendió tanta memoria sobre tantos datos, algunos ínfimos, de partidos jugados hace décadas. Me sorprendió tanto saber acumulado en torno a algo que para mí hace años que dejó de tener importancia.

Y me gusta el fútbol. Y el baloncesto, y el tenis, y los deportes de lucha, y la natación, la esgrima, y el balonmano, y el waterpolo… y todo aquello que tenga que ver con intentar ser mejores a través del sacrificio y de la entrega, fiel reflejo de lo que debería ser nuestra vida.

Porque solo aquello que cuesta conseguir, tiene verdadero valor. Porque eso es lo que nos hace felices, el camino (aunque todos creamos que es el dinero).

Terminé el almuerzo sintiéndome más dentro que fuera, a pesar de todo, a pesar de no enterarme de casi nada, porque me esforcé porque así fuera. Porque siempre, en cualquier circunstancia, se puede aprender algo, y yo ya no tengo tiempo de perder ninguna oportunidad.

Gracias Jordi por contar conmigo.

Deja un comentario